San Martín visto por un agente norteamericano – W.G.D. Worthington
(envía un informe a su Ministro en Washington; este documento se encuentra en los archivos de la diplomacia estadounidense)
San Martín es una personalidad sobre la cual es necesario que usted tenga todos los datos que estoy en condiciones de hacerle conocer, aunque no sean muy prolijos y nada parecido a una biografía regular. Sin embargo, trataré de esbozar algunos de sus rasgos más salientes. Es nativo de la región del Virreinato de Buenos Aires colonizada en forma tan original por los jesuitas y que se llama el territorio de Misiones. San Martín vio la luz en un pueblo denominado Yapeyú. Tiene, según creo, 39 años; es hombre muy bien proporcionado, ni muy robusto ni tampoco delgado, más bien enjuto; su estatura es de casi seis pies, cutis muy amarillento, pelo negro y recio, ojos también negros, vivos, inquietos y penetrantes, nariz aquilina; el mentón y la boca, cuando sonríe, adquieren una expresión singularmente simpática. Tiene maneras distinguidas y cultas y la réplica tan viva como el pensamiento.
Es valiente, desprendido en cuestiones de dinero, sobrio en el comer y el beber (…). Es sencillo y enemigo de la ostentación en el vestir, decididamente retraído y no le tienta la pompa ni el fausto. Aunque un tanto receloso y suspicaz, creo que esta personalidad sobrepasa las circunstancias de tiempo en que le ha tocado actuar y las personalidades con quienes colabora. Habla francés y español y fue ayudante del Marqués de la Solana en la guerra peninsular. (…)
Confía mucho, según creo, en sus cualidades de estratego como militar y en su sagacidad y fineza en materia de partidos y de política; sin embargo parece haber encontrado en sus cualidades militares los mejores y más eficaces medios para seguir adelante. Me temo que si lo hacen Director, en Buenos Aires no tardará en descubrir algún complot y si ocupa el sillón de gobernante aunque sea por un año, su salud, lo mismo que su fama, sufrirán mucho, si no resultan destruidas para siempre. Cuando se concentra demasiado en asuntos políticos y diplomáticos, suele sufrir hemorragia de los pulmones y es de natural predispuesto a la melancolía, con alguna sombra de superstición. (…)
Mi primera entrevista con él tuvo lugar después del desastre de Talca (Cancha Rayada). Me pareció que lo había conmovido mucho, pero lo soportaba como un hombre. (…)
Vi a San Martín después de la batalla de Maipú, porque estuve por la noche a congratular al Director (Bernardo de O'Higgins). San Martín estaba sentado a su derecha. Me pareció despreocupado y tranquilo. Vestía un sencillo levitón azul. Al felicitarlo muy particularmente por el reciente suceso, sonriendo con modestia, me contestó: -Es la suerte de la guerra, nada más.
Con lo que dejo escrito estará usted en condiciones de formar una opinión sobre el Héroe de los Andes, a quien considero el hombre más grande de los que he visto en la América del Sur; creo que, de haber nacido entre nosotros, se hubiera distinguido entre los republicanos; creo también que, si se dirige al Perú, habrá de emanciparlo y que será el jefe de la Gran Confederación.
Fuente: En "San Martín visto por sus contemporáneos" ; Compilado por José Luis Busaniche.
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